
Resulta que las mujeres negras americanas demócratas se enfrentan a un problema que coincide, como la imagen del espejo, con el problema al que se enfrentan los hombres blancos americanos conservadores. Mientras que las primeras se debaten entre dar su voto a una mujer (lo que podría en duda su negrura) o a un candidato de su raza (lo que las haría menos mujeres), los hombres se debaten entre si oponerse a un negro (lo que les delataría como poco machistas) o a una futura mujer presidente (lo que les dejaría en entredicho como racistas de pro).
En el caso de los hombres blancos conservadores el dilema es aún peor:
Our dilemma is made even harder to come to grips with because both our racism and our sexism are entirely unconscious; this whole electoral dynamic happens only in the deep interminable sub-conscious of the beer-swilling male American.
Al leer esta frase me dí cuenta de que padecemos la misma inquietud, pero en mi caso se multiplica: ¿a quién apunto? ¿cuál de todas las noticias me parece más digna de dedicarle una entrada? ¿qué barbaridad de las diversas cometidas es denunciable con más urgencia?
Leo los blogs de mis amigos, y mi aflicción va en aumento: hay cosas que había pasado por alto, y ellos se encargan de ponérmelas delante de las narices. Y entonces.... veo la luz. Todo es parte de un plan urdido por el Gobierno y extraído de una de las películas de mi infancia: La familia y uno más, la repusieron durante tantos años, que ilustra toda una era. El gobierno actúa como los niños del protagonista, el sufrido aparejador Carlos Alonso: hacerse cargo de todos a la vez era una tarea imposible. La diferencia es que en el nuevo Gobierno son 15 ministros más dos vicepresidentes, la "familia" y dos más.
Ponerle freno a esos chiquillos era tan utópico como ponerle freno a los atropellos del gobierno. Y una de las razones principales es que si te hacen las trastadas una a una, te da tiempo a reaccionar, pero si actúan todos a la vez, acabas como el pobre padrino (José Luis López Váquez) atado a un poste y torturado sin miramientos. Y además era el que terminaba soltando la pasta para sacarles las castañas del fuego.
La diferencia sustancial entre ambas situacioones es que mientras que en esa familia el padrino pagaba voluntariamente los destrozos de los niños, esta "familia" nos obliga a pagar coactivamente a todos los españoles. Démosle la vuelta a la comparación: imaginen que los niños de los Alonso tuvieran las armas y la administración de la justicia en su poder... pues eso es lo que hay.
¿Moriré sin denunciar a nadie como el asno de Buridan murió de hambre o saldré del colapso ante el aglutinamieto de noticias? La respuesta mañana en la página del Instituto Juan de Mariana, me toca escribir el comentario...
Our dilemma is made even harder to come to grips with because both our racism and our sexism are entirely unconscious; this whole electoral dynamic happens only in the deep interminable sub-conscious of the beer-swilling male American.
Al leer esta frase me dí cuenta de que padecemos la misma inquietud, pero en mi caso se multiplica: ¿a quién apunto? ¿cuál de todas las noticias me parece más digna de dedicarle una entrada? ¿qué barbaridad de las diversas cometidas es denunciable con más urgencia?
Leo los blogs de mis amigos, y mi aflicción va en aumento: hay cosas que había pasado por alto, y ellos se encargan de ponérmelas delante de las narices. Y entonces.... veo la luz. Todo es parte de un plan urdido por el Gobierno y extraído de una de las películas de mi infancia: La familia y uno más, la repusieron durante tantos años, que ilustra toda una era. El gobierno actúa como los niños del protagonista, el sufrido aparejador Carlos Alonso: hacerse cargo de todos a la vez era una tarea imposible. La diferencia es que en el nuevo Gobierno son 15 ministros más dos vicepresidentes, la "familia" y dos más.
Ponerle freno a esos chiquillos era tan utópico como ponerle freno a los atropellos del gobierno. Y una de las razones principales es que si te hacen las trastadas una a una, te da tiempo a reaccionar, pero si actúan todos a la vez, acabas como el pobre padrino (José Luis López Váquez) atado a un poste y torturado sin miramientos. Y además era el que terminaba soltando la pasta para sacarles las castañas del fuego.
La diferencia sustancial entre ambas situacioones es que mientras que en esa familia el padrino pagaba voluntariamente los destrozos de los niños, esta "familia" nos obliga a pagar coactivamente a todos los españoles. Démosle la vuelta a la comparación: imaginen que los niños de los Alonso tuvieran las armas y la administración de la justicia en su poder... pues eso es lo que hay.
¿Moriré sin denunciar a nadie como el asno de Buridan murió de hambre o saldré del colapso ante el aglutinamieto de noticias? La respuesta mañana en la página del Instituto Juan de Mariana, me toca escribir el comentario...